lunes, 17 de septiembre de 2012

DE LOS PEPITOS.


Es normal que me pregunten que comi, y si se intenta atinarle al menu de la ultima comida, todos optan por tres platos: la pata de Gardel. la mano de Peron, o milanesas de momia. Hubo quienes dejaron de lado el chiste y se tomaron el asunto un poco mas en serio. Mi viejo elaboro toda una teoria sobre mi particular organismo, que constaba en la suposicion de que mi sistema digestivo tardaba mucho en procesar los alimentos luego de la ingesta y entraban en estado de descomposicion en medio de la digestion. Un amigo aseguro que quemo muchas proteinas, y eso genera mal olor. La mayoria se limita a decir que estoy podrido por dentro.
Sucede que mi metro setenta y cinco de alto y mis escasos sesenta kilos de peso (sesenta y dos inmediatamente antes de ser llamado por la naturaleza a acudir a un lugar sagrado) me otorgan un fisonomia similar a la de un tallarin, con mucho huevo, porque tengo la tez amarillenta; y nadie puede llegar a una conclusion certera de como un escualido como yo puede tirarse pedos mas feos que un gordo de ciento cuarenta kilos... ¡y encima disfrutarlos! Porque cada flatulencia (un equivalente del arte en su mas pura expresion, unicamente lo entiende y lo disfruta su ejecutor), normalmente sorda (muda seria mas apropiado pero me voy a guiar por la costumbre), es sucedida por un suspiro de placer, parecido al del orgasmo, mas si el gas que se filtra por entre las paredes es calentito, señal infalible de que es infumable. Suele sucederme que alteren mi goce sensorial mezclando mi aroma natural -filtrado en la mayoria de los casos por mi calzoncillo, el cual presenta una emulacion grafica bastante precisa de una peregrinacion de palomas-, con la vil y artificial baranda del desodorante de ambiente.
Los pedos suelen dejar anecdotas, aunque por lo general muy efimeras, como "esta mañana solte un fly que quemaba las vias respiratorias" pero no trascienden en el tiempo, pues los testimonios descriptivos de un olor no pueden ser muy exactos que digamos como para dar lugar a una competencia. Pero no todas son de ese estilo, se de quien se levanto un dia a buscar su telefono que estaba en una silla y al que habia escuchado vibrar... y no tenia ningun mensaje: en lugar de eso se encontro con su amigo mirando desde el patio, descosiendose de risa, el ruido que produjo su culo se confundio con el del celular. Tambien de quien en la escuela dejo un sordo flotando cerca de un compañero y se fue sigilosamente del lugar, y el compañero cercano fue declarado culpable del brutal delito, sin importar su negativa. Muchos deben haberse achicharrado los pendejos del ojete mezclando el metano con el fuego de un encendedor, siempre hay un valiente. Por mi parte, adopto innumerables tecnicas para un mayor confort olfativo, si estoy sentado, levanto un cachete del culo; en la cama, el clasico movimiento ondulatorio de las sabanas; entre un publico de confianza, pido silencio y aprieto los cantos para que suene como una corneta, entre otras.


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