miércoles, 24 de junio de 2015

Hacerle la Rabona a Magic Kids.

Mi interes por la lectura se desperto un dia de mis cuatro años, transcurriendo la consumista decada del noventa. Y fue el consumo nada menos lo que genero que quisiera abandonar mi condicion de analfabeto: una de las tantas revistas que circulaban por entonces tenia nada menos que una historieta de los Power Rangers en sus paginas, esas historietas basadas en series populares que desde mi punto de vista de gran aficionado al dibujo son flor de cagada. Mal dibujadas, con peores argumentos y sin hacer mencion de como estaban guioneados, pero en pleno boom del todo por dos pesos dos innovadores padres estrenando los cuarenta con un crio de cuatro años (cosa poco comun por entonces tener al primogenito a esa edad) compraban cualquier cosa con tal de esquivar berrinches. Lo que no sabian o quiza les daba fiaca reflexionar era que malcriar al borrego generaba que se enchinchara cada vez mas facil, cosa que me encargue mas que eficazmente de hacerles entender.
Recuerdo a mi mama y a mi tia Adela cediendo a leerme en voz alta lo que rezaban los globitos, pero no daban el brazo a torcer cuando les rogaba que me enseñaran a hacerlo por mi cuenta: segun mis mayores era quemar etapas demasiado pronto y aburrirme en la escuela cuando la empezara dos años despues. Finalmente en la salita de cinco la señorita Patricia nos enseño las letras y como funciona por los ojos algo que hasta entonces podia captar unicamente por los oidos. Era lo mas de lo mas. Y asi termine empezando primer grado sabiendo leer y escribir, que pena que mi pobrisima dialectica parvularia no me permitio expresar por entonces cual era la motivacion latente que me empujaba a querer leer esa revista.
Eran los Power Rangers. En una epoca en que Netflix, Cuevana, YouTube, PopCorn Time y amplisimo etcetera no alcanzaban ni siquiera el rango de fantasia, leer una historieta de Jason y compañia era hacerle la rabona a las inexpugnables (para mi porque no teniamos reproductor de VHS) imposiciones horarias del Magic Kids, significaba tener un capitulo cuando y donde a mi se me cantaran mis virgenes y desorientadas tarlipe. La clara desventaja era que el capitulo iba a ser el mismo una y otra vez, pero seguramente un sabio instinto pueril me avisaba mediante alguna frecuencia inefable que Condorito, Patoruzito, Tribilin y Jose Carioca estaban esperando en algun puestito de revistas a que me deleitara con sus historias dandole la espalda a la caja boba y su culo enorme que amenazaba con explotar mortiferamente si se caia de la comoda.
No se que habra sido de la revista con el comic de los Power, habra terminado rayada, recortada y en la basura seguramente, pero mas temprano que tarde llego Patoruzu, y cuando mis intereses se fueron bifurcando, hicieron prescencia Julito Verne, Mark Twain trayendo de la mano a mi mejor amigo de la infancia Tom Sawyer, Erre Ele Stevenson y uno que otro mas que no aparecian en la tele y uno tenia que imaginarles las caras porque muy frecuentemente ningun dibujante hacia ese laburo en mi lugar.
Pero no faltaron los enemigos, no. Los antagonistas de mis ratos de libros eran esas profesoras de Lengua del secundario que me hacian leer cuando tenia ganas de escribir o dibujar, y para peor te hacian preguntas sobre cosas que no me habian interesado de sus libros aburridos. Porque si de inculcar la lectura se trataba, lo hacian bastante mal. Donde estuvo el descolorido Caballero de la Armadura Oxidada cuando tenia catorce años bien pudo haber estado el frivolisimo y superabsorbente Harry Potter con su varita pavota pero inexplicablemente llevadera; el tedioso Cantar del Mio Cid tiene que pedir el cambio para que en su lugar ingresen clasicos mas amigables como Robin Hood; los mismisimos comics de Spiderman son mas interesantes que el Quijote cuando uno esta en la edad en la que no entiende un pomo lo que quiere contarnos ese gallego de lexico arcaico.
Y despues uno tiene que juntar coraje y soltarse, animarse por cuenta propia a Sabato sin forzarse a disfrutarlo, pasar los veinte y decir que te gusta Garcia Marquez de verdad y no porque te hace quedar bien con las minitas, absorber la filosofia de los que se consideran los grandes. Cosa que no es imprescindible, porque si se disfruta mas a Stephen King con sus complejisimos personajes y fantasias inconclusas que a Poe es porque se hace oidos sordos al cantar popular que no deja de repetir por inercia que el mas viejo es mejor. Lean cagando y en el colectivo, tambien acostados y en silencio, porque mientras se disfrute no tiene por que haber objecion alguna.

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